jueves, 15 de mayo de 2014

Más que un anillo de compromiso

Más que un anillo de compromiso
Un muchacho entró con paso firme a la joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le mostró una hermosa piedra solitaria que brillaba como un pequeño sol resplandeciente. El muchacho contempló el anillo, preguntó el precio y con una sonrisa se dispuso a pagarlo.
-¿Se va usted a casar pronto? Preguntó el joyero.
-¡No!, respondió el muchacho, ni siquiera tengo novia.
Es para mi mamá, dijo el muchacho. Cuando yo iba a nacer estuvo sola; alguien le aconsejó que se hiciera un aborto, así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me regaló la vida que hoy puedo disfrutar. Fue padre y madre. Amiga, hermana y maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella.
El joyero, sorprendido, no dijo nada. Solamente ordenó a su cajera que hiciera al joven el descuento especial que sólo se hace a los clientes importantes.
Reflexión:
Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas.
Tenemos más compromisos, pero menos tiempo.
Tenemos más medicinas, pero menos salud.
Hemos multiplicado nuestras fortunas, pero interiormente estamos vacíos.
Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.
Hemos llegado a la luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino.
Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior.
Tenemos mayores ingresos, pero menos moral y felicidad.
Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría.
Con más comida, pero menos nutrición.
Son días en los que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.
Son tiempos de casas más lindas, pero más hogares rotos.
Por eso, siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte en las malas hierbas; pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos en el campo, en la playa; come tu comida preferida; visita los sitios que te gustan.
La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es sólo para sobrevivir.
Escribamos aquella carta que pensábamos escribir.
Digamos hoy a nuestros familiares y amigos cuánto los queremos.
No retrases nada que agregue alegría y felicidad a tu vida.
Cada día, hora y minuto pueden ser especiales.

Fabula del perro el mono y la pantera:
Un hombre aficionado a la cacería, se fue a África y se llevó con él a su pequeño perrito para no sentirse solo en ese lugar.
Un día mientras estaban cazando, el perrito persiguiendo a unas mariposas se fue alejando del grupo y al final se encontró vagando por la selva. Se había perdido.
Mientras correteaba tratando de encontrar el camino vio que una pantera enorme se acercaba a toda carrera. Estaba muy claro lo que la pantera pretendía pero, de pronto, el perrito observó unos huesos de un animal muerto y de espaldas a la pantera, se puso a mordisquearlos. Cuando calculó que la pantera estaba a punto de atacarle, el perrito dijo en una voz muy audible: ¡Ah, qué rica pantera me acabo de comer! ¡Estaba deliciosa!

La pantera oyó al perrito y parando sorpresivamente, huyó despavorida pensando que ella podría ser el segundo plato de este animal desconocido.

Pero trepado en un árbol cercano, estaba un mono que vio y oyó todo lo ocurrido. Así que para ganarse la amistad de la pantera, el mono fue tras ella para contarle que el perrito la había engañado. La pantera se enfureció y decidió volver y darle al perrito su merecido.
-¡Súbete a mi espalda, le dijo al mono, vamos a visitar a ese perro y a ver quién se come a quien! Y salieron corriendo a buscar al perrito.
El pobre perrito estaba tan tranquilo, cuando de pronto vio venir a la pantera y al mono, rápidamente se dio cuenta de que el mono le había contado el engaño.

¿Y ahora qué hago?, pensó el perrito, asustado. Podría salir corriendo, pero la pantera es más rápida… así que, de pronto, en lugar de huir o esconderse, se sentó dándoles la espalda, como si no los hubiera visto y cuando la pantera estaba a punto de atacarlo de nuevo, el perrito dijo en una voz muy audible:

¡Ese mono desgraciado! ¡Hace casi media hora que lo mandé a traerme otra pantera y todavía no ha regresado!
Procura ser imaginativo como el perrito. No le temas a lo desconocido como hizo la pantera. Y sobre todo, no seas chismoso como el mono.

“En momentos de crisis, la imaginación es más importante que el conocimiento”
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